La
sanidad del alma
Amado, ruego que seas prosperado en todo
asi como prospera tu alma, y que tengas
buena salud. 3 Juan 1:2
INTRODUCCIÓN
Todos sin excepción hemos
tenido alguna alteración o anormalidad en el alma. Muchos retienen recuerdos
dolorosos del pasado. Necesitamos una restauración interna, y Cristo como
médico divino ofrece sanidad (Lc. 4:18).
El texto base utilizado en
esta oportunidad enseña que el bienestar físico y material está relacionado con
el del alma. La raíz de muchos males se encuentra en el alma, por lo que hay
que desarraigarlos.
I. CAUSAS DE LA ENFERMEDAD
A. Malos tratos en la niñez (Jn. 9:2)
Hay quienes fueron objeto de
malos tratos (insultos, maldiciones, golpes, inclusive abuso físico),
provocando heridas en el alma y que son llevadas a la vida adulta, afectando su
relación con los demás. Hay quienes tienen temor a tomar
responsabilidades, pues recibieron una
ministración de inutilidad. Los hogares destruidos por divorcio, vicios,
ausencia de alguno de los padres, constituyen ocasión muchas veces de
deformaciones en el alma.
Jefte, por ejemplo, era un
hombre de guerra y esforzado pero estaba lleno de prejuicios, porque su pasado
había sido difícil. Era hijo de una ramera, su padre había sido cruel y duro
con él (Galaad significa: rocoso, duro). Tuvo una madre suplente, sus hermanos
lo despreciaron; se juntó con hombres ociosos. Todo esto le afectó, de tal
manera que cuando le visitaron los ancianos de Israel él les respondió, ¿no me
aborrecisteis vosotros y me echasteis de la casa de mi padre? Su alma había
sido dañada pero fue sanada y finalmente gobernó a Israel.
B. Una vida descarriada (Sal. 41:4)
Tiempo atrás, al no tener el
señorío de Cristo sobre nuestra vida o conociéndole y alejándonos de su
pastoreo, fuimos esclavos del pecado
(Ef. 2:1-5). Nuestro único interés era satisfacer los deseos del alma. Gálatas
5:19-21 describe una serie de obras que viciaron nuestra alma, estas
desviaciones que puedes ser heredadas de nuestros antepasados, inclusive, son
efecto de una insatisfacción del alma.
C. Problemas y fracasos
Otras de las causas de las
deformaciones del alma son los hechos o circunstancias que vivimos. Para
algunos la pérdida de un ser querido, la quiebra de una empresa, el despido del
trabajo, etc., puede ser tal depresión o la ansiedad, que puede llevar a la
persona, en casos extremos hasta el suicidio. Job y David sufrieron
depresiones, habiendo recibido el auxilio del Señor (Job 3:11,13; Sal.
77:2-10).
II. LA SANIDAD DEL ALMA
Debemos reconocer que la
sanidad es un proceso y que se obtiene acercándose a Jesucristo, renunciando a
continuar con ese malestar y cambiando de actitud (renovación).
Jesús en su ministerio
terrenal ofreció verdadero descanso para nuestras almas (Mt. 11:28,29), pero él
mismo constituyó hombres para que pudieras asistirnos de parte suya (Ef. 4:12).
Los siervos llamados a ministrar, pueden ser hombres y mujeres, quienes deben tener revelación de Dios para
actuar cuando no se conoce con exactitud el área afectada.
El profeta Natán es un
ejemplo de cómo Dios faculta a sus siervos con dones sobrenaturales para
descubrir la raíz de nuestra enfermedad y cómo poder ser un medio para traer
salud nuestro interior (2 S. 12:1-15; Hch 9:10-18; 1 Co. 12:7-11).
III. ¿QUIÉN PRODUCE LA SANIDAD?
El médico sabe que no puede
sanar. Solamente asiste con otros medios. Así el poder sanador para el alma
proviene de Dios. Pero recordemos que la unción hace la diferencia; sólo la
unción del Espíritu pudrirá el yugo (Is. 10:27). Así mismo, la confesión y la
oración pueden traer libertad al afligido y al enfermo (Stg. 5:13,16).
CONCLUSIONES
·
En
el alma está la mayoría de los problemas o deformaciones del hombre.
·
Dios
nos dio un alma sana, pero contrajo una serie de enfermedades que sólo el
médico divino podrá curar.
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