sábado, 31 de marzo de 2012

La liberación del alma


La liberación del alma

Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma. 1 Pedro 2:11

INTRODUCCIÓN
El vivir una vida agradable a Dios depende de nosotros. En el holocausto que se hacía en la antigüedad, encontramos que entre los elementos usados estaba la leña y el fuego (Lv. 6:12,13). La leña se debía de llevar, mientras que el fuego no; llevar fuego significaba llevar fuego extraño. Dios enviaba de su fuego y lo que requería es que se llevara la leña (Lv. 10:1,2).

La leña es figura de la manera de vivir en la carne, a eso se debía que el fuego no se apagara y ardiera constantemente (Lv. 6:12). Muchos caen en el error de gritar a voz en cuello que después e creer en Cristo como nuestro salvador, se está limpio, automáticamente perfecto, que somos vencedores.

La Biblia enseña que tenemos que seguir entregándonos, que el alma debe ser limpiada continuamente. Muchas veces aun nos afecta la vida pasada; arrastramos malos recuerdos, traumas, etc., y todo esto no es borrado en un instante. Si esto fuera así, las escrituras no pidieran al cristiano que renueve su mente (Ef. 4:22,23). Si el cristiano ya estuviera renovado, ¿por qué entonces se hace tal demanda?.  La renovación de la mente se da en la medida de la entrega. Si no hay una entrega personal, la mente permanece sucia, pudiendo llegar al extremo de que espíritus inmundos influencien o dominen el alma.

I.      NUESTRA RESPONSABILIDAD
El apóstol Pedro dice: Os ruego, no dice ruega Dios que te abstenga de las concupiscencias, o dile a Dios que te quite esos deseos. Quiere decir que somos nosotros los que vamos a dar lugar o no. Dios se encarga de su parte, pero somos nosotros los que vamos a abstenernos de satisfacer las concupiscencias de la carne. El que dijo Señor hasta mi vida daré por ti, momentos después lo estaba negando. La mejor lección que podemos aprender de la palabra es que reconozcamos que tenemos que poner la leña y Dios la purificación por medio del fuego. Llevar la leña es decirle al Señor aquí estoy, límpiame, yo voy a abstenerme (Jn. 13:9).

Cuando el Señor entro al templo a limpiarlo con látigo en mano, porque habían necios que no salían, no era el momento de decirles: señores este templo es mío, tengan la bondad de salir. Los cambistas hubieran seguido en sus negocios. El Señor dijo: Ésta es mi casa y casa de oración será llamada, y los echo fuera (Mt. 21:13). Momentos después los cambistas se prepararon para introducir sus mesas al templo; al ver lo que deseaban, el Señor se retiró dejando vacío el templo. Jesús más tarde pronunció que de ese templo no quedaría nada en pie, porque cuando Dios abandona un lugar es destruido (Mt. 23:38).

II.     EL ESPIRITU SANTO Y LA LIBERACION DEL ALMA
El Espíritu Santo esta morando en un templo que se llama Iglesia, el cual está construido por piedras vivas (Jn. 14:23). ¿Cuándo antes el Espíritu Santo había hecho morada en algún ser? Nunca, fue hasta que el Señor ascendió al cielo que el Padre lo envía sobre ciento veinte en la fiesta de Pentecostés (Hch. 2:4).

El “Os ruego” del apóstol Pedro va dirigido a toda la Iglesia dispersa en todo el mundo y que es extranjera (Ef. 2:19) para que se comporte como tal, que se abstenga de las cosas del mundo. Abstengámonos de las concupiscencias de la carne, de lo contrario lloraremos después lagrimas como las de Esaú, quien vendió su primogenitura (He. 12:15,16).

Todavía no estamos glorificados, no estamos inmaculados, mejor pongámonos delante de la presencia del Señor, porque nadie puede decir que no tiene tentaciones; ahora las concupiscencias pelean contra el alma, pero Dios quiere por medio del Espíritu Santo limpiar (Stg. 4:1); la palabra dice: Te ruego que te abstengas, que te niegues a los deseos de la carne.

Nuestra alma necesita ser libre de egoísmo, envidias, hipocresías, engaños, contaminaciones, herencias, y de muchas cosas más que el Espíritu Santo nos ira revelando para que sean limpiadas. Abramos nuestro corazón, todos necesitamos liberación del alma cada día; es más importante la salud interna. Puede parecer que son cosas pequeñas y que por lo mismo no merezcan atención, mentira, son las zorras pequeñas las que echan a perder las viñas (Cnt. 2:15).

Dios nos anhela limpios, consagrados. Entendamos que nosotros no somos infalibles, podemos fallar, protejámonos con el Señor, él es nuestro escudo, nuestro amparo, pero nosotros abstengámonos de los deseos de la carne que pelean contra el alma. Tú y yo queremos  ver libre nuestra alma; solo peleando contra las concupiscencias, contra los deseos de la carne, pero con el poder de Dios, VENCEREMOS.

CONCLUSIONES
·           Es nuestra responsabilidad mantener el templo del Señor limpio.
·           Anhelemos la liberación del alma para que el Espíritu fluya, como ríos de agua viva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario