sábado, 31 de marzo de 2012

La autoridad en la ministración


La autoridad en la ministración

Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre si, diciendo: ¿qué es esto? Una enseñanza nueva con autoridad el manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen. Marcos 1:27

INTRODUCCIÓN
Dios es la autoridad suprema de todo el universo (Sal. 103: 19). Él es quien delega autoridad para guardar el orden, en el ámbito civil, en la iglesia y en el hogar (Tit. 3:1; 1 Co. 11:3). La autoridad es dada de arriba. Sin embargo, poder  y autoridad son dos palabras que tienen una estrecha relación.

I.      EJERCIENDO AUTORIDAD
Proverbios 18:10 dice: Torre fuerte es el nombre de Jehová, a él correrá el justo, y será levantado. Dios constituye un verdadero refugio, una verdadera protección (Sal. 27:1). A nivel tierra, Dios a partir de Adán delegó autoridad.

Autoridad es la capacidad o poder con el que uno ha sido investigado. El Señor en su ministerio terrenal obró maravillas porque había sido delegado por el Padre (Jn 3:35). Posteriormente él llamó a sus discípulos y les dio poder y autoridad  sobre los demonios y para sanar toda enfermedad (Lc. 9:1). Él les dijo que no temieran. Cuando ellos se enfrentaban contra el enemigo apelaban no a la autoridad propia sino a la autoridad que les habían dado (Lc. 10:17).

David cuando se enfrento a Goliat lo pudo vencer porque no llego con sus fuerzas, él dijo “Vengo en el nombre de Jehová” (1 Sam. 17:45). David que es figura de Cristo venció a Goliat (Satanás), nosotros como súbditos suyos, estamos del lado de quien ya ganó la batalla.

Él nos da un arma poderosa como lo es la delegación de autoridad. Cuando decimos al enemigo “Venimos o te ordenamos en el nombre de Jesús”, asumimos la posición como si él estuviera presente.

La autoridad no consiste en gritos desaforados o estridentes, pues no depende del que  grite más fuerte. En una ocasión se ministraba a una persona con problemas de rebeldía, al haber acciones violentas y ante la falta de autoridad de quien ministraba, un grupo de hermanos acudieron volviéndose aquello un remolino. Ante tal situación, se presentó el encargado del grupo y pidió que la soltaran. Comenzó a hablar a la persona violentada, pero en un tono diferente ministrando a la vez amor. Aquella persona cambio inmediatamente. Recordemos que la autoridad no se impone, se reconoce (Mt. 7:29).

Cuando nos han dado autoridad hay que saber ejercerla. Cuando hemos aprendido a estar bajo autoridad se puede ejercer adecuadamente (Mt. 8:9).

A pesar de que a todos los cristianos nos fue delegada la autoridad en la misma medida, no en todos se manifiesta como un arma poderosa. La autoridad se recibe por la investidura de poder que viene de lo alto y la manera como este poder se mantenga (Lc. 24:49). La autoridad será efectiva cuando el vaso se mantenga en sujeción y camine en consagración.

El grado de autoridad está determinado por la forma como nos conducimos. Cuando nos sometemos al señorío de Cristo y andamos en el Espíritu (Stg. 4:7).

CONCLUSIONES
·           Quien cree en el Señor Jesucristo y ha sido delegado de parte suya, posee la autoridad para pelear contra las huestes del mal sabiendo que el Señor ya venció al enemigo de nuestra alma.
·           Cuando tomamos el poder del Espíritu junto con la autoridad del nombre de Cristo, se crea una combinación poderosa.

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