El
alma
He aquí, todas las almas son mías, tanto
el alma del padre como el alma del hijo mías son. El alma que peque, esa morirá.
Ezequiel 18:4
INTRODUCCIÓN
La Biblia nos enseña que el
hombre es un ser tripartito. Es un espíritu que se expresa por el alma y habita un cuerpo (1 Ts. 5:23).
El trabajo en el cual Dios
está concentrando su atención es el alma, sin excluir las demás partes
lógicamente. Uno de los objetos de la predicación de la palabra, es la
salvación del alma (Stg. 1:21).
La primera vez que aparece en
las escrituras la palabra “alma” es en Génesis 2:7, y se refiere al estado
anímico del hombre creado por Dios, pero por su caída fue alterado.
I. LA SEPARACION DEL ALMA Y EL ESPIRITU
Tratar de separar lo que es
el espíritu y el alma resulta para el hombre difícil, sin embargo, la palabra
de Dios figurada como una espada de dos filos penetra a lo más profundo del ser
humano. Pero lo importante es que hace una diferencia entre el alma y el
espíritu.
El cuerpo es la parte externa
en la cual habita el hombre interior (Jn. 1:14). El espíritu es la parte
mediante la cual nos comunicamos con Dios (Jn. 4:24). Generalmente al cuerpo se
atiende con exageración, hay quienes tratan de sacar el mayor provecho a la
vida del cuerpo físico y se olvidan que Dios tiene un propósito eterno para su
vida (Jn. 12:25).
El alma, que está integrada
por la voluntad (parte neutra por medio de la cual tomamos decisiones), la
mente (parte del alma que recibe, procesa y graba toda la información, ya sea
de experiencias negativas o positivas) y las emociones (que nos permiten
expresar lo que individualmente somos). Cada una de estas partes se funde para
expresar nuestra personalidad y nuestras maneras de obrar.
Los elementos que nos hacen
humanos pertenecen al alma, tales como el amor (Cnt. 1:7), sentirse triste y
deprimido (Sal. 86:4, 119:28), el conocimiento (Sal. 139:14).


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II. EL ALMA QUE PECARE ESA MORIRA
Cuando Dios creó al hombre,
no lo hizo un robot o autómata, lo hizo con la capacidad de elección (Gn. 2:16,17).
El alma de Adán se encontraba sujeta a la verdad de su creador, gozaba de
inteligencia (Gn. 2:20), sin anidar en su forma de ser ningún tipo de estorbo
(Gn. 2:25).
Satanás llevó a Adán a pecar,
apoderándose de su voluntad a través de su emoción. Adán
fue advertido de parte de Dios que el día que comiera del árbol
prohibido moriría. Sin embargo, no murió súbitamente. El término muerte en la
Biblia quiere decir separación.
Como consecuencia del pecado
de Adán, su espíritu murió; es decir, cesó la comunicación con Dios. Es por eso
que Dios al salvar a una persona, de lo primero que se ocupa es de su espíritu (1
Co. 6:17-20, 15:45).
Desde entonces el espíritu de
Adán cayó bajo el control del alma, la cual lo separó de Dios y ésta, al ceder
a sus pasiones y deseos se convierte en esclava del cuerpo (Ro. 7:5,23). De
igual manera, nosotros nacemos con el espíritu vivo, sin embargo, nuestra alma
nos hace morir para Dios (Ro. 7:9), es por eso que necesitábamos con urgencia
nacer de nuevo (Jn. 3:1-3).
Cristo vino a salvar lo que
se había perdido, y ¿qué se había perdido?, el alma. Efesios menciona que antes
de conocer la vida, nos encontrábamos muertos en delitos y pecados (Ef. 2:1).
El apóstol Pedro compara nuestra salvación como el retorno de una oveja
descarriada al redil del pastor de nuestra alma. Quiere decir que lo que el
señor vino a buscar como buen pastor son las almas (1 P. 2:25).
Cuando hemos nacido de nuevo
el espíritu invita al alma para que busque a Dios (Sal. 63:1), por eso quien no
ha nacido de nuevo, sólo puede tener religión.
III. CONOCIENDO EL ALMA
El alma al haber sido
reprogramada por Satanás se torna rebelde, casi independiente. El alma, por
ejemplo, es infiel (Stg. 4:4). Debido a su atracción por las cosas del mundo se
aleja de su creador, A pesar de buscar los placeres que el mundo le ofrece
nunca quedará satisfecha.
El alma olvida fácilmente los favores del señor
(Sal. 103:2). Cuantas veces nos hemos sentido deprimidos o con ansiedad, esto
porque el alma de no ser contantemente ministrada olvida que ha sido objeto de
misericordia.
El alma muchas veces es
comparada en la Biblia con el corazón, sin duda porque de él emana toda clase
de maldades que contaminan al hombre (Mr. 7:21-23). El alma, pues, es engañosa
y perversa (Jer. 17:9). En una ocasión mientras Jesús era ungido con perfume de
mucho precio, Judas, quien era un hombre natural, razonó tal ofrenda como un
desperdicio, habiendo tanta necesidad en el pueblo. Sin embargo, esto lo dijo
no porque cuidara de los pobres sino porque era un ladrón. Vemos entonces como
el alma puede tener sentimientos engañosos.
El alma tiene apetitos,
siente hambre y sed (Pr. 13:25). El alma puede estimular al cuerpo para que
anhele ser saciada en muchas de las necesidades. El alimentarse o dormir no es
ningún pecado, pero el exceso o lo inoportuno si lo es. Cuando el señor se
encontraba en Getsemaní con sus discípulos, les pidió que velaran. Ellos se
durmieron extrañamente (Mr. 14:32-40).
Hay espíritus dispuestos que
al encontrar la puerta abierta en el alma, exacerban los apetitos normales
tales como el sueño, sexo, etc. tal es el caso de la lascivia, la
concupiscencia, etc.
IV. CÓMO SE CONTAMINA EL ALMA
Dios creó el alma perfecta
para que se deleitara en él, pero algo sucedió que contaminó el alma, pues nada
malo sale de la mano de Dios (Ec. 3:11 versión de las Américas).
La vida pre-existencial puede
ser una de las causas o bien por transmisiones genéticas de nuestros
antepasados. Los discípulos del Señor al ver a un ciego de nacimiento, le
preguntaron al Señor quién había pecado, si él o sus padre (Jn. 9:1). La
pregunta es ¿cómo podía pecar si nació ciego? Lo enseñado por Jesús abre la
posibilidad de haber hecho algo en la pre-existencia o bien, haber recibido
genéticamente legado de las generaciones anteriores (Ex. 20:5).
Otros medios por los cuales
se puede contaminar el alma es el periodo intrauterino. Un feto puede recibir
una ministración positiva o negativa. Un ambiente falto de amor durante el
embarazo puede afectar adversamente el posterior desarrollo emocional del niño
(1 S. 1:9-11; Lc. 1:41). Otra etapa en el desarrollo del ser humano es la etapa
de cero a siete años. Es en esta etapa
donde la personalidad del niño de define que de sembrarse mal, se cosechara de
igual forma.
Finalmente otra fuente de
contaminación es la etapa cuando una persona por lo general, salvo excepciones,
principia a salir de la casa de sus padres. Éste periodo abarca de los siete a
dieciocho años de edad que es cuando se dá el periodo de estudios y cuando el espíritu sufre la muerte por el
alma, ya que el ser puede decidir entre el bien y el mal. En esta etapa se hace
urgente el engendramiento por parte de los padres (1 Ti. 2:15).
Finalmente el periodo de la
adultez de los dieciocho a veintiún años en adelante. En esta etapa por lo
general se acelera la contaminación pues la persona se cree con mayor libertad.
Es en esta etapa que damos rienda suelta a nuestra alma satisfaciendo sus
deseos engañosos y viviendo según la corriente de este siglo (Ef. 2:2).
V. LAS ÁREAS DEL ALMA
Para poder comentar este
punto explicaremos algo referente a la comunicación. Para que se establezca comunicación
deben existir dos elementos: un emisor (quien envía el mensaje) y un receptor (el
que recibe el mensaje). El receptor es comparado con un radio de transistores.
En el ambiente hay una serie de señales que portan diferente información
(música, novelas, violencia, sexo, etc.). Esta señal no sería captada a menos
que exista un radioreceptor. Pero cuando contamos con un radioreceptor
sintonizamos lo que deseamos escuchar.
Cuando hablamos de áreas del
alma nos referimos a los receptores que anidamos en nuestra alma y en nuestro
cuerpo, que al recibir información estimulante del mundo exterior nos hace
reaccionar de manera dañina.
Éstas áreas varían de una
persona a otra. En unos puede ser el temor, orgullo, remordimiento, ira,
rechazo, etc. Las mismas deben ser conquistadas como los territorios ocupados
por un enemigo.
La única forma como
obtendremos victoria sobre las áreas que nos afectan es inutilizándolas o
eliminándolas. No existe un patrón para hacerlo, pues en cada persona el
Espíritu obra de manera diferente. El Espíritu iluminara con respecto a cuál
fue la puerta por medio de la cual se activó el área en el alma.
Un hermano puede ser
inseguro, acomplejado, temeroso, sentirse menospreciado, estar bloqueado para
no expresar amor, etc. Todo esto puede ser producto de un rechazo por sus
padres, inclusive antes de nacer.
CONCLUSIONES
·
Existe
una diferencia clara en las Escrituras entre el alma y el espíritu.
·
El
alma es la sede de nuestra personalidad.
·
En
el sacrificio de Jesucristo está garantizado todo el trabajo de limpieza de
nuestro ser, sin embargo es un proceso. Ningún alma nace siendo cristiana.
·
El
alma se puede contaminar a los largo del proceso de desarrollo del ser humano
siendo crucial los primeros años de su vida física.
·
El
Espíritu Santo está preparando a la Iglesia para Cristo a fin de presentársela
a si mismo gloriosa, sin mancha y arruga (Ef. 5:27).
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