sábado, 31 de marzo de 2012

El alma


El alma

He aquí, todas las almas son mías, tanto el alma del padre como el alma del hijo mías son. El alma que peque, esa morirá. Ezequiel 18:4

INTRODUCCIÓN
La Biblia nos enseña que el hombre es un ser tripartito. Es un espíritu que se expresa  por el alma y habita un cuerpo (1 Ts. 5:23).

El trabajo en el cual Dios está concentrando su atención es el alma, sin excluir las demás partes lógicamente. Uno de los objetos de la predicación de la palabra, es la salvación del alma (Stg. 1:21).

La primera vez que aparece en las escrituras la palabra “alma” es en Génesis 2:7, y se refiere al estado anímico del hombre creado por Dios, pero por su caída fue alterado.

I.      LA SEPARACION DEL ALMA Y EL ESPIRITU
Tratar de separar lo que es el espíritu y el alma resulta para el hombre difícil, sin embargo, la palabra de Dios figurada como una espada de dos filos penetra a lo más profundo del ser humano. Pero lo importante es que hace una diferencia entre el alma y el espíritu.

El cuerpo es la parte externa en la cual habita el hombre interior (Jn. 1:14). El espíritu es la parte mediante la cual nos comunicamos con Dios (Jn. 4:24). Generalmente al cuerpo se atiende con exageración, hay quienes tratan de sacar el mayor provecho a la vida del cuerpo físico y se olvidan que Dios tiene un propósito eterno para su vida (Jn. 12:25).

El alma, que está integrada por la voluntad (parte neutra por medio de la cual tomamos decisiones), la mente (parte del alma que recibe, procesa y graba toda la información, ya sea de experiencias negativas o positivas) y las emociones (que nos permiten expresar lo que individualmente somos). Cada una de estas partes se funde para expresar nuestra personalidad y nuestras maneras de obrar.

Los elementos que nos hacen humanos pertenecen al alma, tales como el amor (Cnt. 1:7), sentirse triste y deprimido (Sal. 86:4, 119:28), el conocimiento (Sal. 139:14).

A continuación, incluimos una gráfica que didácticamente permite diferenciar el espíritu, alma y el cuerpo.




                                                                                                                                               












INTELECTO,VOLUNTAD

ALMA




ESPIRITU




EMOCIONES



CUERPO
 











II.     EL ALMA QUE PECARE ESA MORIRA
Cuando Dios creó al hombre, no lo hizo un robot o autómata, lo hizo con la capacidad de elección (Gn. 2:16,17). El alma de Adán se encontraba sujeta a la verdad de su creador, gozaba de inteligencia (Gn. 2:20), sin anidar en su forma de ser ningún tipo de estorbo (Gn. 2:25).

Satanás llevó a Adán a pecar, apoderándose de su voluntad a través de su emoción.  Adán  fue advertido de parte de Dios que el día que comiera del árbol prohibido moriría. Sin embargo, no murió súbitamente. El término muerte en la Biblia quiere decir separación.

Como consecuencia del pecado de Adán, su espíritu murió; es decir, cesó la comunicación con Dios. Es por eso que Dios al salvar a una persona, de lo primero que se ocupa es de su espíritu (1 Co. 6:17-20, 15:45).

Desde entonces el espíritu de Adán cayó bajo el control del alma, la cual lo separó de Dios y ésta, al ceder a sus pasiones y deseos se convierte en esclava del cuerpo (Ro. 7:5,23). De igual manera, nosotros nacemos con el espíritu vivo, sin embargo, nuestra alma nos hace morir para Dios (Ro. 7:9), es por eso que necesitábamos con urgencia nacer de nuevo (Jn. 3:1-3).

Cristo vino a salvar lo que se había perdido, y ¿qué se había perdido?, el alma. Efesios menciona que antes de conocer la vida, nos encontrábamos muertos en delitos y pecados (Ef. 2:1). El apóstol Pedro compara nuestra salvación como el retorno de una oveja descarriada al redil del pastor de nuestra alma. Quiere decir que lo que el señor vino a buscar como buen pastor son las almas (1 P. 2:25).

Cuando hemos nacido de nuevo el espíritu invita al alma para que busque a Dios (Sal. 63:1), por eso quien no ha nacido de nuevo, sólo puede tener religión.

III.   CONOCIENDO EL ALMA
El alma al haber sido reprogramada por Satanás se torna rebelde, casi independiente. El alma, por ejemplo, es infiel (Stg. 4:4). Debido a su atracción por las cosas del mundo se aleja de su creador, A pesar de buscar los placeres que el mundo le ofrece nunca quedará satisfecha.

El  alma olvida fácilmente los favores del señor (Sal. 103:2). Cuantas veces nos hemos sentido deprimidos o con ansiedad, esto porque el alma de no ser contantemente ministrada olvida que ha sido objeto de misericordia.

El alma muchas veces es comparada en la Biblia con el corazón, sin duda porque de él emana toda clase de maldades que contaminan al hombre (Mr. 7:21-23). El alma, pues, es engañosa y perversa (Jer. 17:9). En una ocasión mientras Jesús era ungido con perfume de mucho precio, Judas, quien era un hombre natural, razonó tal ofrenda como un desperdicio, habiendo tanta necesidad en el pueblo. Sin embargo, esto lo dijo no porque cuidara de los pobres sino porque era un ladrón. Vemos entonces como el alma puede tener sentimientos engañosos.

El alma tiene apetitos, siente hambre y sed (Pr. 13:25). El alma puede estimular al cuerpo para que anhele ser saciada en muchas de las necesidades. El alimentarse o dormir no es ningún pecado, pero el exceso o lo inoportuno si lo es. Cuando el señor se encontraba en Getsemaní con sus discípulos, les pidió que velaran. Ellos se durmieron extrañamente (Mr. 14:32-40).

Hay espíritus dispuestos que al encontrar la puerta abierta en el alma, exacerban los apetitos normales tales como el sueño, sexo, etc. tal es el caso de la lascivia, la concupiscencia, etc.

IV.   CÓMO SE CONTAMINA EL ALMA
Dios creó el alma perfecta para que se deleitara en él, pero algo sucedió que contaminó el alma, pues nada malo sale de la mano de Dios (Ec. 3:11 versión de las Américas).

La vida pre-existencial puede ser una de las causas o bien por transmisiones genéticas de nuestros antepasados. Los discípulos del Señor al ver a un ciego de nacimiento, le preguntaron al Señor quién había pecado, si él o sus padre (Jn. 9:1). La pregunta es ¿cómo podía pecar si nació ciego? Lo enseñado por Jesús abre la posibilidad de haber hecho algo en la pre-existencia o bien, haber recibido genéticamente legado de las generaciones anteriores (Ex. 20:5).

Otros medios por los cuales se puede contaminar el alma es el periodo intrauterino. Un feto puede recibir una ministración positiva o negativa. Un ambiente falto de amor durante el embarazo puede afectar adversamente el posterior desarrollo emocional del niño (1 S. 1:9-11; Lc. 1:41). Otra etapa en el desarrollo del ser humano es la etapa de cero a siete años.  Es en esta etapa donde la personalidad del niño de define que de sembrarse mal, se cosechara de igual forma.

Finalmente otra fuente de contaminación es la etapa cuando una persona por lo general, salvo excepciones, principia a salir de la casa de sus padres. Éste periodo abarca de los siete a dieciocho años de edad que es cuando se dá el periodo de estudios  y cuando el espíritu sufre la muerte por el alma, ya que el ser puede decidir entre el bien y el mal. En esta etapa se hace urgente el engendramiento por parte de los padres (1 Ti. 2:15).

Finalmente el periodo de la adultez de los dieciocho a veintiún años en adelante. En esta etapa por lo general se acelera la contaminación pues la persona se cree con mayor libertad. Es en esta etapa que damos rienda suelta a nuestra alma satisfaciendo sus deseos engañosos y viviendo según la corriente de este siglo (Ef. 2:2).

V.    LAS ÁREAS DEL ALMA
Para poder comentar este punto explicaremos algo referente a la comunicación. Para que se establezca comunicación deben existir dos elementos: un emisor (quien envía el mensaje) y un receptor (el que recibe el mensaje). El receptor es comparado con un radio de transistores. En el ambiente hay una serie de señales que portan diferente información (música, novelas, violencia, sexo, etc.). Esta señal no sería captada a menos que exista un radioreceptor. Pero cuando contamos con un radioreceptor sintonizamos lo que deseamos escuchar.

Cuando hablamos de áreas del alma nos referimos a los receptores que anidamos en nuestra alma y en nuestro cuerpo, que al recibir información estimulante del mundo exterior nos hace reaccionar de manera dañina.

Éstas áreas varían de una persona a otra. En unos puede ser el temor, orgullo, remordimiento, ira, rechazo, etc. Las mismas deben ser conquistadas como los territorios ocupados por un enemigo.

La única forma como obtendremos victoria sobre las áreas que nos afectan es inutilizándolas o eliminándolas. No existe un patrón para hacerlo, pues en cada persona el Espíritu obra de manera diferente. El Espíritu iluminara con respecto a cuál fue la puerta por medio de la cual se activó el área en el alma.

Un hermano puede ser inseguro, acomplejado, temeroso, sentirse menospreciado, estar bloqueado para no expresar amor, etc. Todo esto puede ser producto de un rechazo por sus padres, inclusive antes de nacer.

CONCLUSIONES
·           Existe una diferencia clara en las Escrituras entre el alma y el espíritu.
·           El alma es la sede de nuestra personalidad.
·           En el sacrificio de Jesucristo está garantizado todo el trabajo de limpieza de nuestro ser, sin embargo es un proceso. Ningún alma nace siendo cristiana.
·           El alma se puede contaminar a los largo del proceso de desarrollo del ser humano siendo crucial los primeros años de su vida física.
·           El Espíritu Santo está preparando a la Iglesia para Cristo a fin de presentársela a si mismo gloriosa, sin mancha y arruga (Ef.  5:27).

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